HOJAS SECAS
«»Dedicado ami angelito hermoso :)»»
Mañana que ya no puedan
encontrarse nuestros ojos,
y que vivamos ausentes,
muy lejos uno del otro,
que te hable de mí este libro
como de ti me habla todo.
Cada hoja es un recuerdo
tan triste como tierno
de que hubo sobre ese árbol
un cielo y un amor;
reunidas forman todas
el canto del invierno,
la estrofa de las nieves
y el himno del dolor…..
HOJAS SECAS
I
Mañana que ya no puedan
encontrarse nuestros ojos,
y que vivamos ausentes,
muy lejos uno del otro,
que te hable de mí este libro
como de ti me habla todo.
II
Cada hoja es un recuerdo
tan triste como tierno
de que hubo sobre ese árbol
un cielo y un amor;
reunidas forman todas
el canto del invierno,
la estrofa de las nieves
y el himno del dolor.
III
Mañana a la misma hora
en que el sol te besó por vez primera,
sobre tu frente pura y hechicera
caerá otra vez el beso de la aurora;
pero ese beso que en aquel oriente
cayó sobre tu frente solo y frío,
mañana bajará dulce y ardiente,
porque el beso del sol sobre tu frente
bajará acompañado con el mío.
IV
En Dios le exiges a mi fe que crea,
y que le alce un altar dentro de mí.
¡Ah! ¡ Si basta no más con que te vea
para que yo ame a Dios, creyendo en ti!
V
Si hay algún césped blando
cubierto de rocío
en donde siempre se alce
dormida alguna flor,
y en donde siempre puedas
hallar, dulce bien mío,
violetas y jazmines
muriéndose de amor;
yo quiero ser el césped
florido y matizado
donde se asienten, niña,
las huellas de tus pies;
yo quiero ser la brisa
tranquila de ese prado
para besar tus labios
y agonizar después.
Si hay algún pecho amante
que de ternura lleno
se agite y se estremezca
no más para el amor,
yo quiero ser, mi vida,
yo quiero ser el seno
donde tu frente inclines
para dormir mejor.
Yo quiero oír latiendo
tu pecho junto al mío,
yo quiero oír qué dicen
los dos en su latir,
y luego darte un beso
de ardiente desvarío,
y luego. . . arrodillarme
mirándote dormir.
VI
Las doce. . . ¡adiós. . .! Es fuerza que me vaya
y que te diga adiós. . .
Tu lámpara está ya por extinguirse,
y es necesario.
-Aún no.-
Las sombras son traidoras, y no quiero
que al asomar el sol,
se detengan sus rayos a la entrada
de nuestro corazón. . .
-Y, ¿qué importan las sombras cuando entre ellas
queda velando Dios?
-¿Dios? ¿Y qué puede Dios entre las sombras
al lado del amor?
-¿Cuando te duermas ¿me enviarás un beso?
-¡Y mi alma!
-¡Adiós. . . ¡
-¡Adiós. . . !
VII
Lo que siente el árbol seco
por el pájaro que cruza
cuando plegando las alas
baja hasta sus ramas mustias,
y con sus cantos alegra
las horas de su amargura;
lo que siente pro el día
la desolación nocturna
que en medio de sus angustias,
ve asomar con la mañana
de sus esperanzas una;
lo que sienten los sepulcros
por la mano buena y pura
que solamente obligada
por la piedad que la impulsa,
riega de flores y de hojas
la blanca lapida muda,
eso es al amarte mi alma
lo que siente por la tuya,
que has bajado hasta mi invierno,
que has surgido entre mi angustia
y que has regado de flores
la soledad de mi tumba.
Mi hojarasca son mis creencias,
mis tinieblas son la duda,
mi esperanza es el cadáver,
y el mundo mi sepultura. . .
Y como de entre esas hojas
jamás retoña ninguna;
como la duda es el cielo
de una noche siempre oscura,
y como la fe es un muerto
que no resucita nunca,
yo no puedo darte un nido
donde recojas tus plumas,
ni puedo darte un espacio
donde enciendas tu luz pura,
ni hacer que mi alma de muerto
palpite unida a la tuya;
pero si gozar contigo
no ha de ser posible nunca,
cuando estés triste, y en el alma
sientas alguna amargura,
yo te ayudaré a que llores,
yo te ayudaré a que sufras,
y te prestaré mis lágrimas
cuando se acaben las tuyas.
VIII
1
Aún más que con los labios
hablamos con los ojos;
con los labios hablamos de la tierra,
con los ojos del cielo y de nosotros.
2
Cuando volví a mi casa
de tanta dicha loco,
fue cuando comprendí muy lejos de ella
que no hay cosa más triste que estar solo.
3
Radiante de ventura,
frenético de gozo,
cogí una pluma, le escribí a mi madre,
y al escribirle se lo dije todo.
4
Después, a la fatiga
cediendo poco a poco,
me dormí y al dormirme sentí en sueños
que ella me daba un beso y mi madre otro.
5
¡Oh sueño, el de mi vida
más santo y más hermoso
¡Qué dulce has de haber sido cuando aun muerto
gozo con tu recuerdo de este modo!
IX
Cuando yo comprendí que te quería
con toda la lealtad de mi corazón,
fue aquella noche en que al abrirme tu alma
miré hasta su interior.
Rotas estaban tus virgíneas alas
que ocultaba en sus pliegues un crespón
y un ángel enlutado cerca de ellas
lloraba como yo.
Otro tal vez, te hubiera aborrecido
delante de aquel cuadro aterrador;
pero yo no miré en aquel instante
más que mi corazón;
y te quise tal vez por tus tinieblas,
y te adoré, tal vez, por tu dolor,
¡que es muy bello poder decir que el alma
ha servido de sol. . .!
X
Las lágrimas del niño
la madre enjuga,
las lágrimas del hombre
las seca la mujer. . .
¡Qué tristes las que brotan
y bajan por la arruga,
del hombre que está solo,
del hijo que está ausente,
del ser abandonado
que llora y que no siente
ni el beso de la cuna,
ni el beso del placer!
XI
¡Cómo quieres que tan pronto
olvide el mal que me has hecho,
si cuando me toco el pecho
la herida me duele más!
Entre el perdón y el olvido
hay una distancia inmensa;
yo perdonaré la ofensa;
pero olvidarla. . . . ¡jamás!
XII
¡Ah, gloria! ¡De qué me sirve
tu laurel mágico y santo,
cuando ella no enjuga el llanto
que estoy vertiendo sobre él!
¡De que me sirve el reflejo
de tu soñada corona,
¡cuando ella no me perdona
ni en nombre de ese laurel!
La que a la luz de sus ojos
despertó mi pensamiento,
la que al amor de su acento
encendió en mi la pasión;
muerta para el mundo entero
y aun para ella misma muerta,
solamente está despierta
dentro de mi corazón.
XIV
El cielo muy negro, y como un velo
lo envuelve en su crespón la oscuridad;
con un sombra más sobre ese cielo
el rayo puede desatar su vuelo
y la nube cambiarse en tempestad.
XV
Oye, ven a ver las naves,
están vestidas de luto,
y en vez de las golondrinas
están graznando los búhos. . .
El órgano está callado,
el templo solo y oscuro,
sobre el altar. . . ¿y la virgen
por qué tiene el rostro oculto?
¿Ves?. . . en aquellas paredes
están cavando un sepulcro,
y parece como que alguien
solloza allí, junto al muro.
¿Por qué me miras y tiemblas?
¿Por qué tienes tanto susto?
¿Tú sabes quién es el muerto?
¿Tú sabes quién fue el verdugo?
Hagamos un trato
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
Hay ángeles que están destinados
a volar hacia abajo dentro de la oscura niebla
Frecuentemente, son atrapados allí
y por un tiempo, pierden sus alas
y están perdidos
a veces por casi toda su existencia
Realmente no importa, aún son ángeles
los ángeles nunca mueren
Ellos saben que la niebla se irá un día
al menos por un momento
Y saben que serán reclamados entonces, al fin,
por un cielo dorado.
Cuenta una leyenda de un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
– Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy.
– Entre muchos ángeles escogí uno para tí, que te está esperando y que te cuidará.
– Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz.
– Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
– Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
– Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
– He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
– Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
– Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
– Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando.
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!. ¿Cómo se llama mi ángel?
– Su nombre no importa, tu le dirás:…..
«Ángel» cronicas de largos años de mi vida
Tenía todas las cualidades que podía existir, sus cabellos eran dorados y largos, como sol, sus ojos grandes y misteriosos, pero que a su vez te daban la calma, la preciada paz.
Sus labios eran perfectamente proporcionados y tenían un increíble encanto al hablar.
Era como un producto de mi imaginación, cada noche estaba ahí, melancólico y deseoso de salvarme de mis pesadillas… quiero saber quien eres.
¿Dónde estás?¿Por qué ya no vienes?¿Por qué solo te veo en sueños? Se que existes, lo se… me conocías, ¿a que si? De creer en los ángeles pensaría que eras uno de ellos, un hermoso ángel que cada noche velaba mis sueños, me despertaba de mis pesadillas, y me besaba suavemente en los labios para despertarme…
Me acuerdo de todas tus cualidades…
El otro día juraría haberte visto…eras tú, pasaste junto a mí, sentí un escalofrío, pero no sabía lo que era… me giré a ambos lados, y ahí estabas tu, enfrente mía, tu mirada se clavó en la mía, sospecho que solo fueron unos segundos, pero para mi fueron como horas, fueron días y días de mi vida, pasaron siglos y el tiempo se detuvo, se detuvo en esa mirada que nos alimentó a los dos, creo que no querías que te siguiese, salí del lugar donde me encontraba, pero tú ya no estabas, habías huido…
Se que siempre recordaré aquella mirada, aquellos ojos se grabaron en los míos, cada día de mi vida te busco, suplico que aparezcas en mis sueños de nuevo, necesito verte…necesito hablar contigo, necesito… necesito saber que estas ahí.
Tu voz nunca la escuché, nos entendíamos con la mirada, con nuestras manos… con nuestro alma…
Nuestras miradas eran como dos cintas de colores que se cruzan pero nunca se tocan, como dos ángeles que se aman, pero saben que jamás podrán estar juntos, como dos pájaros que temen crecer por miedo a separarse.
Sumergida en un pozo e agua negra, con la vista nublada y sin ver clara la salida, así estoy, así estoy sin ti, no se nada de ti, pero a la vez se tanto… nunca hemos cruzado ni tan siquiera unas palabras.
Ahora dudo de la realidad, dudo de si eres tú quien viene a mi, o yo soy quien deseo ir hacia ti, pero…
¿Dónde te puedo encontrar?
Ven… te lo suplico, vuelve… aunque solo sea una vez más… aunque solo sea para decir un…»Ya hice mi misión…adiós…».
Espero que esto lo leas, no a través de esta carta, sino a través de mi corazón… y que esta noche, al cerrar mis ojos y morir una vez más, te encuentre allí…en el lugar de siempre, con la mirada ausente, esperando el comienzo de una nueva vida, una nueva vida en la cual no mando yo…